La Espiritualidad de la Cruz, Camino de Santidad.

 

 

La Espiritualidad de la Cruz, Camino de Santidad.

 

     En la historia de las obras de la cruz encontramos muchos hombres y mujeres que movidos por la experiencia profunda de Dios, transformaron positivamente al mundo, siendo luz y esperanza para los que estuvieron a su alrededor. Tenemos una enorme lista de apóstoles de la cruz, encabezados por nuestra madre Concepción Cabrera de Armida, Monseñor Ibarra, Padre Félix de Jesús Rougier, Monseñor Martínez, todos estos y otros mas que ahora están en proceso de canonización, que hemos empezado a conocer a través de sus escritos y de sus testimonios de vida.

      Ha habido otros que hemos tenido la suerte de conocer personalmente y que ahora ya no están con nosotros; misioneros del Espíritu Santo que a través de su vida y su ministerio, han llevado a muchas almas a Dios, Misioneros que han dado su vida, por los sacerdotes, por las vocaciones sacerdotales, y la propagación de las obras de la cruz, como el muy querido Padre Archie, que dejó huella profunda en todo aquél que lo conoció, y con su vida fecundó las obras de la cruz.

       Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús que en vida y ante el altar se han ofrecido por todos los hombres y especialmente por los sacerdotes y por los que pertenecemos a las Obras de la Cruz; religiosas que han vivido santamente, como la hermana María Luisa Sánchez R.C.S.C.J. mujer profundamente enamorada de Dios, de Conchita Cabrera nuestra madre, de los sacerdotes y las obras de la cruz. Ella herida con el leño de la cruz, hablaba con suavidad, certeza y fuego sobre la espiritualidad de la cruz. Ella por un tiempo estuvo viviendo en el convento de AltaVista en la ciudad de México, lugar donde muere Conchita nuestra madre espiritual, y todo aquél que llegara a esa casa por cualquier motivo acababa haciendo el tour correspondiente la parte museo de la casa, recibiendo la explicación correspondiente,  todos salíamos llenos de amor, de paz, y confianza en Dios.

         Un buen día la madre María Luisa le dijo a mi papá. Mire Don Manuel, usted ya no se preocupe más, yo me ofrecí a Dios por todos los pecados que usted haya usted cometido, lo que ayudó tanto a mi papá durante la última etapa de su vida, ya muy enfermo de cáncer, le abrió su corazón para recibir la misericordia de Dios preparándolo para su encuentro definitivo con Él.

Esta religiosa que también escribió libros sobre la espiritualidad de la cruz, que hablaba con el fuego del Espíritu Santo la mandaron a fundar otra (Oasis) casa de las madres de la cruz en El Salvador; ella desafortunadamente muere en un accidente dejando una profunda huella en todas aquellas personas que tuvimos el honor de conocerla.

       He conocido también laicos, casados y solteros que perteneciendo a las obras de la cruz, que calladamente, han vivido abrazando amorosamente su cruz, aceptando la voluntad de Dios, que han iluminado la vida de todos nosotros.

      ¿Qué nos toca hacer a nosotros, a esta generación  que pertenecemos a las Obras de la Cruz?, primero  ir al encuentro de Dios Nuestro Señor para que contagiados con su amor sirvamos con caridad a nuestros hermanos, pidiéndole a Él que nos ayude a pesar de nuestras propias incapacidades,  a ser cruces vivas selladas con el fuego de su amor, y teniendo como centro al corazón de Jesús, donde el amor-dolor se funde en oblación a Dios. “Que no sea lo que yo quiera sino lo que Tú quieras Señor”.

 

 

 

                                                                Ma. Concepción Rodríguez de Payés.